Existe un dicho que dice “si amas a alguien de verdad debes poder dejarlo ir; si te ama también, volverá a ti.” Y así como en el amor esta frase se puede aplicar perfectamente, tiene sentido para muchos otros aspectos de nuestras vidas.
Lidiar con la derrota o el sentimiento de pérdida es muy difícil. Cuando llega aquel punto en que sin importar lo que hagas, el resultado sigue siendo el mismo, es frustrante. No sólo eso, afecta seriamente la autoestima, la seguridad y el amor propios. Nos hace sentir inútiles, indefensos ante las circunstancias; pero esto tiene que ver más con la crianza moderna que con una realidad.
Se habla de que hay que saber ser un buen ganador y un buen perdedor. Pero claro, nadie quiere estar en esa última posición. La derrota nos convierte en “perdedores”, pero ese concepto no se queda en el episodio puntual y pasa a definir nuestra existencia en su totalidad. Nos aleja del “camino correcto”, del triunfo y, en última instancia, del éxito que tanto nos presionan a conseguir.
En la loca carrera por alcanzar metas cada vez más elevadas, en esa búsqueda incesante que el medio nos impone por ganar una y otra vez, se deja de lado muchas veces el gran valor que tiene perder. Porque si bien el triunfo es siempre gratificante, el no conseguirlo nos hace luchar aún más. Fortalece nuestro carácter y nos hace más resilientes. Nos hace cuestionarnos, por lo que demanda más de nuestra creatividad, de nuestra capacidad de adaptarnos y de enfrentar los problemas desde ángulos que no habíamos visto antes. Nos prepara mucho mejor para ganar y nos blinda contra nuevas derrotas.
Pero hay veces en que no hay vuelta atrás, en que la pérdida es total y no hay nada que se pueda hacer al respecto. En estos casos sólo se puede hacer un último sacrificio, la prueba más complicada: aceptar. Porque dejar ir es eso, la aceptación final de que no está en nuestras manos hacer algo, de que hemos sido superados. Pero más allá de la lógica, hay un instinto que nos obliga a seguir la batalla, a no darnos por vencidos. Combatir esta sensación es casi imposible. Reconocer la pérdida es una tarea titánica.
Superar la derrota es sin duda es un gran paso para ser mejores personas, pero dejar ir nos convierte en seres humanos mucho más completos. “Has todo lo que puedas hacer para cambiar lo que está dentro de tus posibilidades y no te preocupes por lo que simplemente no puedes cambiar.” Esta frase lo hace sonar muy fácil, pero aplicarlo en tu vida no lo será. Sin embargo, una vez que lo hayas entendido, lo podrás lograr. Seguir este otro dicho te liberará de una enorme carga y te ayudará a dejarla ir.
Publicado originalmente en Publimetro Chile.
La parte más difícil en todo, no sólo en temas del corazón...dejar ir, como decir... llévate lo que soy y lo que tengo para aprender a descubrir la otra parte de mi que no conozco.
ResponderEliminarBuena columna y mejor planteamientos. Sé feliz, soltero.
Me encantó tu comentario, muchas gracias.
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