martes, 31 de diciembre de 2013

2013 se desvanece lentamente, como la luz del sol que aún ilumina la ciudad. En algunas horas más, luego de abrazos y brindis, la noche consumirá el ruido y el silencio penetrará en la oscuridad de la madrugada. Despertaremos en 2014 y nuestros sueños habrán desaparecido, ya que el futuro que ahora anhelamos será una realidad. Buena, mala, no lo sabremos hasta que la vivamos. ¿Emocionante, no?

Espero que nuestro 2014 sea mucho mejor que 2013. ¡Suerte, amigos y amigas!

2013: el año más difícil de mi vida.



Comenzó mal. Atrapado en los suburbios, desesperado por salir a celebrar la noche de Año Nuevo “cómo corresponde.” Odiando estar en la casa de mis padres, con mi familia, sin opción de volver al centro a alguna fiesta. Pero lo logré, gastando bastante dinero entre medio; sólo para encontrarme en un lugar lleno de gente y música que no me gustaba. Bienvenido 2013. Una mierda.

Este sin duda ha sido un año complicado. 365 días llenos de desafíos, pruebas, lecciones de vida aprendidas a golpes y alegrías que luego se transformaron en penas. Tuvo varias cosas buenas, no lo voy a negar. Pero tras cada cosa buena hubo muchas malas. Fue un año en el que se concentraron todos los cambios que no hice durante mis veintes.

El primer semestre estuvo marcado por mis malas decisiones financieras anteriores. Viajes, fiesta desmedida y poco trabajo redujeron mis ahorros a cero. Me vi forzado a trabajar a tiempo completo en un trabajo de mierda mal pagado, siendo explotado durante más de un mes. Fui muy feliz cuando por fin pude renunciar, pero eso no aplacó el otro problema que venía experimentando hace rato. Cumplí 30 años el 25 de Enero, y desde ese momento una gran crisis vital comenzó a atormentarme. “¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Qué es lo que quiero de mi vida?” Preguntas que durante mis 29 años anteriores no había logrado resolver se volvieron mucho más agudas, invadiendo mis pensamientos a diario. Y si esto no fuera poco, otro grave problema me aquejaba: el sexo. O, más bien, la ausencia de éste.

A comienzos de Mayo mi vida dio un giro. Comencé a ir a intercambios de idiomas, situación ideal para conocer nuevas personas, ampliar mi círculo social y, finalmente, adquirir la confianza suficiente como para sacudirme los 4 meses de celibato absoluto en los que había estado sumido. Pero no fue sólo sexo lo que obtuve, aunque era sólo eso lo que buscaba.

Terminaba Mayo y comenzaba el Invierno. Vientos nórdicos soplaron desde la lejana Escandinavia y la trajeron hacia mí. L, la noruega, la vikinga. La mujer más importante de mi vida dio comienzo a mi segundo semestre y le puso fin a mi mala racha sexual. Vivió junto a mí un romance de película y dejó tras de sí, al marcharse, pedazos de mi corazón esparcidos por cada lugar que visitó después de abandonarme. Pedazos que demoré más de cuatro meses , con una experiencia cercana a la muerte mediante, en devolver a mi alma.

Todo esto me lleva al presente. Escribo estas palabras acostado en mi cama, lugar que no he podido abandonar mucho desde que caí cerro abajo en San Pedro de Atacama y me quebré el pie izquierdo. Esto, como perfecto cierre de mi 2013, un año que nunca olvidaré por lo complejo que resultó ser y por el gran valor que tuvo para mí. Porque si bien omití varias otras situaciones difíciles, estos doce meses han sido caóticos. Pero, ya en las últimas horas, veo como la tormenta se va calmando, abriendo el cielo nublado y dejando caer rayos de sol y esperanza a mi vida.

Cuando terminé con mi ex, hace un poco más de un año, usé una frase muy parecida al cliché “no eres tú, soy yo.” Le dije que quería encontrarme a mí mismo, saber quién era yo solo, sin ella a mi lado. No estaba mintiendo. Casi 9 años de mi vida los compartí con ella, pero olvidé mi individualidad. 2013 fue un año duro, pero me ayudó a conseguir lo que estaba buscando. Cada prueba que superé me hizo más fuerte, cada nuevo amigo que hice amplió y mejoró mi círculo social, cada chica que conquisté me dio seguridad y mejoró mi autoestima, y la mujer que amé me permitió descubrir que tengo un corazón. Llegué a mis 30 sin estar seguro de eso ni de nada. Ahora sé quién soy, qué quiero. Sé que puedo amar y ser amado. Tengo certeza de que aunque las cosas se pongan difíciles, puedo salir adelante. Claro que, si me preguntan, prefiero pensar que desde 2014 todo va a ser mucho mejor. Después de todo, 2013 ya se acaba, y con un año de mierda como éste tengo suficiente para el resto de mi vida.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Sex/Life 18

“That's her. She's the one” said my mother when I showed her the picture of this girl on my phone. This was the second time in my life that my mother was foreseeing my future partner. The first time it was my ex who she told me about in a tarot reading. I spent almost nine years of my life with her. So this time I could have easily freaked out, but I was kinda happy. I could do this. The new girl was really beautiful.

I met this British girl on Facebook. I knew her two best friends in person, and I saw her a couple of times in real life, but we never talked. I regretted that later. When I finally had the chance to meet her again, after I was constantly hitting on her online, I was drunk and being pathetic after I was kicked out of a club. All I could say was “hi” and those were some really awkward 15 seconds. We never met again and after that things got cold. To be honest, things were never good. I screwed any chance with her the minute I hit on both her friends before talking to her.

Despite the odds, I gave it one last try. I was going to San Pedro de Atacama in a few days, decided to change my life for good. I could feel things were going to take a big turn, just didn't know how. I asked her to go have a coffee with me. She said no. Some days later, alone with my left foot broken and my ass sitting on hot sand, 200 meters over the ground in a hill in the middle of the desert, I felt life fading away. I said out loud I didn't regret anything, but I was lying. I wanted to see my family and friends again. And, fuck, I really wanted to get that bloody coffee.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Reflexiones matrimoniales.

Hace algún tiempo decidí qué es lo que quiero hacer de mi vida. Quiero ser un guía espiritual, pero no de esos inalcanzables, como el Dalai Lama, sino mucho más cercano y real. Soy imperfecto y eso, más que un defecto, es una virtud. La imperfección nos hace humanos y nos permite estar a todos en el mismo nivel. Aunque, por otro lado, el camino de Iluminación que debo tomar para llegar a convertirme en lo que quiero no está ausente de caídas y contratiempos. Es en esos momentos en que un poquito de perfección me vendría bien. Por suerte, mi vida está siempre llena de sorpresas y hechos que me permiten ver más allá, como lo que pasó ayer.

Este Sábado fui al matrimonio de la hermana de uno de mis mejores amigos. Él, con la mejor voluntad del mundo, me llevó en mi silla de ruedas hasta la iglesia. Fue divertido. Ya en aquel lugar, algunas conversaciones mediante, tuve mi primera reflexión. Me dí cuenta (aunque en realidad es bastante obvio) que, por más tiempo y cosas que han pasado desde el fin de mi relación con la vikinga, ella sigue en mi mente. Cada vez que conozco a una nueva persona, cada vez que estoy con alguien nuevo, ella aparece en mi cabeza. Siempre me preocupó esto, me sentía como un loco obsesionado con ella. Recién ayer pude darme cuenta de que, afortunadamente, no era eso.

Cuando ella terminó conmigo, intercambiamos algunos emails antes de dejar de comunicarnos. En uno de ellos le pedí que por favor nunca se conformara “con menos que esto.” Quería pensar que si ella había decidido cambiarme por alguien más, al menos quería que ese personaje fuera mucho mejor que yo, para que valiera la pena mi sufrimiento. Pero, por otro lado, esto también se aplica a mí. La vikinga cambió mi mundo. Hay un antes y un después de ella en mi vida. Por supuesto que luego de conocerla no puedo buscar ni conformarme con alguien “inferior”. La amé. A ella y a cada parte que logré sentir de su universo. Ella se convirtió desde ese momento en la vara con la que mido y mediré a todas las mujeres que vengan en el futuro. No es una obsesión, es sólo ser objetivo. Si pude tenerla a ella en mi vida, ¿por qué no podría estar con alguien así o mejor aún? Debemos buscar siempre ser la mejor versión de nosotros mismos, y acompañarnos también de las mejores personas que logremos conocer en el camino. Es lo que hasta ahora había hecho de forma inconsciente. Nunca más. Ya sé lo que quiero. Nada menos que lo mejor, nadie menos que ella.

Pero la velada no terminó ahí. Luego del matrimonio vino una lujosa comida en la que el novio, orgulloso, nos mostró un video. Era la historia de amor de él con su ahora esposa. Me emocionó mucho, casi hasta el punto de llorar. La música, las imágenes, las palabras... todo fue muy hermoso. “Yo quiero eso” pensé. Y fue en ese instante en que me dí cuenta de algo más. Mientras se sucedían las fotografías de la vida de cada uno de los novios, por separado antes de conocerse, vino a mí. El amor es un milagro.

“¿Chilena?” Para que yo me acercara y le hiciera esta simple pregunta pasaron 25 años. Nació en Noruega, estudió Retórica y viajó por Europa, Asia y América. Se enamoró, sufrió, rió, se cayó y puso de pie. Trabajó en distintos lugares del mundo, conoció a mucha gente, se hizo de varios amigos. Aprendió español y decidió, tras algunos años de dudas, finalmente retomar su sueño de adolescencia y estudiar Periodismo. Parte de su Magister internacional debía cursarlo en Chile. Un semestre para ser exacto. Cruzó la mitad del mundo para llegar hasta Santiago. Vivió por casi seis meses ahí hasta que una fría noche de Mayo, en una fiesta de intercambio de idiomas, un chileno se acercó a ella para preguntarle si ella era una compatriota. “No, soy de Noruega” le respondió. Él, sin saberlo, había esperado 30 años para oír esa respuesta. Yo había vivido 30 años sólo para ese momento.

El amor es mágico. No responde a la lógica, ya que si fuera posible racionalizarlo no sería amor. Cada decisión, cada camino que tomas, incluso la más mínima palabra que dices o hasta el suspiro más silencioso que das. Todo lo que haces y pasa en tu vida te prepara para ese momento. No lo sabes hasta que lo vives. Pero, por lo mismo, puede que no te des cuenta que lo tienes hasta que ya es demasiado tarde. Afortunadamente existen personas que sí lo saben, o al menos quieren creer con todo su corazón que es así, y hacen algo al respecto. Ayer estuve ahí y lo vi. No, lo sentí. Anoche vi a dos personas que se aman y sentí parte de ese amor en mí.

Mi vida ha probado ser un milagro. Cosas maravillosas han pasado en ella, y de cada cosa mala que pasa, de cada tropiezo, de cada llanto, nace algo mejor. Sobreviví al desierto por amor. Por mi familia, mis amigos. Por mí mismo. Pensé que por fin la había olvidado, pero me es imposible. Pero aunque esto antes parecía malo, ya no lo es más. No sé si alguna vez la vuelva a ver, ni tengo claro si en su corazón yo estoy presente tal como ella lo está en el mío. No sé si en este momento eso importe ya. Más importante que todo eso es que gracias a ella dejé de pensar y comencé a sentir. Dejé de vivir mi vida a través del filtro de la razón y descubrí que amar y ser amado no me es imposible como creía antes. Ahora sólo espero no tener que esperar otros 30 años para volver a decir “te amo.”

sábado, 28 de diciembre de 2013

Sex/Life 17



She looked at me and said “beer is your drink. You look really good drinking beer.” That was the weirdest compliment I've ever got. We were at this pub in Buenos Aires, near our hostel, and I was having a pint. I just laughed and kept drinking. I do like beer a lot; it's actually my favorite beverage. Not too long after that I met a girl named Beer. I didn't even know that was an actual surname, but it did gave me ideas. What if we had an affair? Saying “I love Beer” would've proved to be right twice. It ain't gonna happen, though. She hates me.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Sex/Life 16

I wake up. A thin line of sunlight points to the right side of the bed. Her side. She's not there. Haven't been there for quite a while now. I stretch, fart and yawn. My broken foot hurts. It hurts every fucking morning. Carefully I get out of bed and jump in my one good foot to the bathroom. Piss. Jump back to bed. Put the music player on random in my phone. “Writing to reach you” starts playing. Every day I wake up and it's Sunday. Shit, probably. I don't really know what day it is now. Whatever's in my head won't go away. It does go away. Sometimes. I stare at the ceiling. “Where are you now?” Cause I'm writing to reach you now but I might never reach you. I smile. “Am I trying to reach you?” And you know it's you I'm talking to. Song ends. I turn on my laptop. Facebook and the same old shit. It's Sunday. It doesn't matter. Everyday feels like Sunday.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Historia de una caída

Lo interesante de mi experiencia cercana a la muerte en San Pedro de Atacama fue que documenté en video cada paso del trayecto. Aquí, el resultado final.

Veinticinco

Nací exactamente hace 30 años y 11 meses, en Independencia. Era un caluroso Martes 25 de Enero de 1983, a las 5 de la tarde. Mi madre, tras 9 meses de feliz embarazo, dio a luz a un varón. Me llamaron Eduardo, por mi papá. Fui el primogénito.

Desde que mi mamá, el Destino, Dios o el Universo decidieran que yo naciera un 25, este día, cada mes, es especial para mí de alguna forma. La Navidad por razones obvias, pero en cada ocasión hay algo fuera de lo común que ocurre justo este día. “Especial” no necesariamente significa que es algo bueno. No, al contrario. También significa que cosas malas pueden ocurrir; hechos de aquellos que cambian mi vida en cierto aspecto. Por ejemplo, fue este 25 de Julio cuando besé a la vikinga por última vez, antes de que tomara su vuelo a Noruega en Buenos Aires, y fue exactamente un mes después, un domingo 25 a las 3 AM, cuándo ella me terminó por Skype desde algún país asiático.

Cada 25 ha sido único desde que comencé a poner atención a este día. Hoy, a sólo un mes de cumplir 31 años, no ha sido una excepción. Mi decisión de entregarme a una relación significativa se ha visto reforzada luego de las conversaciones que he tenido hoy. Y mientras el año es escapa rápidamente hacia el pasado, cierro mis ojos y veo mi futuro tras las tinieblas de la incertidumbre. 2014 tendrá otros 12 veinticincos. ¿En cuál de éstos podré mirar atrás con mi objetivo ya cumplido? Tendré que esperar para averiguarlo, viviendo un 25 a la vez.

martes, 24 de diciembre de 2013

Don Jon



Hace rato que no veía una película buena. “Don Jon” es buena, y mucho. Combina algunos de los factores que más disfruto en una cinta, humor y sexo (y Scarlett Johansson, que es una virtud en sí misma.); pero con un toque extra. Porque para mí esta película fue más que sólo una hora y media de diversión. Fue un descubrimiento.

La trama es sencilla. El protagonista es un tipo con mucha suerte con las chicas, pero que no encuentra satisfacción sexual con ellas como la que sí halla en el porno. Aburrido de ésto, busca una relación significativa con la chica más linda que había conocido, sólo para descubrir que ni aún con ella podía dejar el porno de lado. Gracias a una mujer mayor que aparece en su vida descubre su problema, y de a poco se va haciendo cargo de éste, cambiando definitivamente su vida.

¿Por qué me llamó tanto la atención este filme? Creo que llegó a mí en el momento preciso de mi camino vital. Hace un año, o incluso 6 meses atrás, no hubiera tenido ningún impacto en mí. Pero luego de todos los cambios que he tenido en el presente año, y especialmente los que me están afectando ahora, puedo ver con claridad cómo mi historia tiene ciertas similitudes con la retratada en la película. Al igual que el protagonista de la misma, yo estoy en búsqueda de una relación significativa, profunda. Él y yo tenemos el mismo objetivo. Queremos cambiar.

Ya llevo más de un año soltero y me aburrí. Sí, el sexo casual es divertido, pero se acaba la libido y no queda nada, sólo el vacío. Termino y sólo quiero que me dejen solo, tranquilo. Anhelo poder disfrutar de mi cama sin sentirme obligado a mantener una conversación superficial para llenar el silencio incómodo que se produce cuando el deseo sexual desaparece.

No tengo claro qué es lo que ocurrirá el próximo año. 2013 ha sido una época de experiencias extremas en todas las áreas de mi vida, y si los eventos siguen dándose como hasta ahora, no sé en qué mierda voy a estar en 12 meses más, en esta misma fecha. Lo que sí tengo muy claro es una cosa: sea lo que sea que este viviendo, quiero que sea junto a alguien. ¿Cursi? Quizás. ¿Cierto? ¡Por supuesto!

domingo, 22 de diciembre de 2013

Soltería 101 - Capítulo 17 - 22 de Diciembre

Durante años esta fecha ha sido muy importante para mí. Un día como hoy, hace 31 años, nació ella, mi ex. Desde 2004 que la cercanía de la Navidad significaba más que sólo eso. Diciembre tenía un sentido mucho más profundo: el cumpleaños de mi ex más sus correspondientes regalos para el 22 y el 25, el Año Nuevo y, al mismo tiempo, la celebración de nuestro aniversario el 1 de Enero. Sí, este mes era muy especial.

Pero todo en la vida cambia, incluso las cosas más importantes. En mi caso, el cambio lo generé yo aquel 19 de Septiembre, hace ya 1 año y 3 meses, cuándo le puse fin a nuestra relación. Pero, pese a ese término, me pareció correcto escribirle para su cumpleaños en 2012. Hacía no mucho tiempo que habíamos cortado la poca comunicación que tuvimos y, por lo mismo, sentí que lo más indicado para esta fecha era hacer lo que ya había hecho durante los años anteriores. Saludarla no tenía nada de malo. De hecho, más que una obligación, lo sentí como algo natural.

Ya ha transcurrido un año de eso y ahora de natural no tiene nada. En Junio, en una fiesta, por fin tuve la oportunidad de hablar con la novia de uno de mis mejores amigos, quien es, a su vez, su mejor amiga. Pese a que ya la había visto varias veces desde que terminamos, cada vez que le preguntaba por mi ex, ella se negaba a darme cualquier tipo de información. Esta vez, quizás con la ayuda del alcohol o de mi insistencia, su amiga soltó algo. “Ella lo ha pasado muy mal, ha sufrido mucho, pero ya por fin ha salido adelante. Eso sí, no se te ocurra volver a buscarla. Déjala tranquila.” Es todo lo que necesitaba saber. O eso pensaba.

En verdad no le dí muchas más vueltas al asunto. Un par de días después comenzó mi romance escandinavo y, bueno, toda la debacle que ha significado para mi vida. Sin embargo, ahora que las aguas se han calmado y las cosas por fin están más tranquilas, he vuelto a pensar en ella, en su día.

Terminar mi relación de casi 9 años ha sido una de las peores experiencias que he vivido. Hacerle daño a la persona más importante de mi mundo en ese momento fue un hecho que durante meses me hizo sentir una mierda humana. La culpa era insoportable. Cada vez que pensaba en ella, incluso el recuerdo más insignificante, me hacía recordar aquellas 3 horas de llanto y sufrimiento en la cama que, hasta ese día, compartíamos. Casi como una especie de instinto de supervivencia, mi mente la bloqueó. Y aún así, pese a ese bloqueo, su persona siguió causando un gran miedo en mi cabeza. Tenía terror a encontrármela en la calle o dónde fuera. Sólo imaginarme esa incómoda situación me ponía la piel de gallina.

Pero el tiempo ha pasado rápido y mi vida ha cambiado radicalmente. Reconstruí cada aspecto de ésta desde las ruinas de mi existencia anterior. Me hice de nuevos amigos y fortalecí mis círculos sociales y familiares. Reafirmé la confianza en mí mismo y mi autoestima al superar obstáculos de todo tipo, incluyendo una reciente vivencia cercana a la muerte. Coqueteé, seduje, amé y me rompieron el corazón; osea, toda la gama que podría experimentar en el terreno sentimental. Quedé en la bancarrota, gané dinero y volví a quedar quebrado; una montaña rusa financiera. En fin, un giro en 180 grados con respecto a lo que tenía antes, y todo esto en 15 meses.

“No se te ocurra volver a buscarla. Déjala tranquila.” Las palabras de la mejor amiga de mi ex resuenan en mi cabeza. Había pensado en escribirle para felicitarla por cumplir 31 el día de hoy, pero ¿qué significaría eso para ella? ¿Le haría bien? Es muy posible que mi saludo le provoque más emociones negativas que positivas. Y, aunque me cause mucha curiosidad saber cómo está y qué ha sido de ella durante todo este tiempo que llevamos separados, prefiero tomar la advertencia que me hizo su amiga. No quiero entrometerme en su “Soltería 101.”

viernes, 20 de diciembre de 2013

Sex/Life Special 03 – Fucking up and around

“I will never have a relationship again.” That's what I constantly repeated to myself every time I was feeling fed up with my ex during the almost 9 years I spent with her. I broke up and acted accordingly. As soon as I improved my game, it was on. I made out and fucked around the more I could, like if the world was coming to an end.

Everything was going smoothly. I rediscovered myself as a charming, smart and attractive young man. Never knew I was that until then, and started making good use of this new found sex appeal. Can't say I had an astonishing success, but it was good enough to shake off the remains of my long relationship and to finally leave it behind for good. I was a changed man. I was the Eduardo I wanted to be.

A few months after my break up, I was in Brazil. I arrived to Sao Paulo looking only for one thing: sex. I had already been talking with this Brazilian girl who lived there, so the moment I was in the city, I arranged a date. I mean, it wasn't a date; it was more like she was going to show me around. But, well, I was on fire and we ended up making out in a bar in Rua Augusta. The problem was that she wasn't as open minded or liberal as me (and the rest of the world) think of Brazilians, and popping the sex subject freaked her out. After that encounter we never met again.

During the rest of my stay in Brazil and for some days after I came back, there was this strange feeling harassing me. I kept thinking about this girl; not for the chance of fucking her that I missed, but for something else. We clicked. We had a connection, that one when the conversation flows, as well as the laugher, and you just vibrate in the same level, to the point when you start finishing the other person sentences. Yeah, she was special. I've found her, but I was too stupid to tell until there was no way to fix it.

I moved on pretty quickly. Didn't gave much attention to what happened back in Sao Paulo and kept the wild life in a more relaxed fashion. I was broke after so much traveling and partying. Had some more luck here and there but, suddenly, it all faded away. No sex for 4 months... until she happened.

I've gone over the vikinga issue for too long, so I'll just jump that part. What's important of that story is that I found out that I did want a relationship after all. The Brazilian girl was the first clue, a hint that I totally ignored for a while. Then it was very obvious when I found myself in love with this beautiful Norwegian, hoping she'd be with me forever. But she wasn't and there was nothing left. Or was it?

A month passed since she broke up with me from the distance and I came back to my old ways. Needed desperately to feel something different than sorrow. With all the sexual knowledge I inherited from the cold Scandinavia, fucking around became so easy. I gained so much expertise and self confidence during that relationship that it was a breeze for me to get started in the business again. But my sex ride involved messing up with people feelings. I fucked up more than I can forgive myself.

There's not much damage I can do now, sitting on my ass all day at home for the next 6 weeks, after I broke my left foot in the desert. Life, destiny, God, or all of them combined as karma, gave me the chance to rethink my life. I've hurt people after I got hurt, hurting myself in the process. That has to stop. I've fucked up and around, and now I'm fucked myself. Thought I wanted to be a womanizer and behaved like one, only to realize that all I wanted was what I first said I will never do again: to love.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Sex/Life 15

She was a Scandinavian. Well, she didn't look like the picture I had in my head of one. Born and raised in Denmark, Chilean dad and Danish mom. She looked Chilean, but acted and thought as just another viking. We met at this house party. Within 10 minutes we talked, laughed and danced salsa. That was enough to date a week after. A date that leaded to a night of wild sex and a morning of... hmmm... awkwardness. “You are too complicated” she said to me several times. Yes, I was. Still I was her first latin lover.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Sex/Life 14

I tried to fuck my way out of pain, but it was worse than fighting to get out of quicksand. I got deeper in suffering and despair the more I fucked around, so I quited sex. It wasn't helping to cure my broken heart; in fact, the more I did it, the more I thought about her. That's how I started some sort of “Path of Celibacy.” Then I traveled to San Pedro de Atacama and almost killed myself climbing down a hill, alone, in the middle of the desert. Back to Santiago, with my broken foot wrapped in a plaster cast, I had sex again. Being so close to die gave me a totally new perspective on life. Suddenly, my heart was broken no more. And, fuck it. Life's too short to waste a chance and a fully functional cock.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Sex/Life 13

Her voice was low, like a whisper. “I think I love you” she said, staring at me. I stayed silent for a few seconds, looking into her eyes. She has been a bitch to me ever since I met her, every time she wasn't around or when she was with me in public. But she was also a totally different person when she was with me in the comfort of intimacy. This was the first time she finally let her feelings show into words, yet I knew -and so did she- those feelings were there from the first time we were together. “I think I love you too” I said and embraced her. We cried and cuddled for half hour, skin with skin, still warm and sweaty after the last time we made love. Then she was gone and never came back to my bed.

martes, 10 de diciembre de 2013

Yo morí en San Pedro.



Sentado en mi cama, de regreso en Santiago, contemplo como mi vida anterior termina de caerse a pedazos. San Pedro de Atacama cambió mi existencia para siempre.

A todo el mundo le conté acerca del viaje que iba a emprender. Cuando me preguntaban cuál era mi motivación, yo les respondía: “voy a morir al desierto.” Me gustaba el impacto que creaba en la gente, luego del cual les explicaba que era una muerte más poética, espiritual. Esa era mi idea.

Los últimos meses habían sido muy difíciles. El alejamiento de la mujer que amaba sólo intensificó el vacío y la falta de sentido que me había seguido desde el comienzo del año, al quedar en la ruina luego de mis locos primeros meses de soltería. El fantasma de la bella noruega que por un tiempo hizo que mi camino cobrara cierto sentido comenzó a molestarme demasiado. Necesitaba olvidarla y de paso encontrarme a mí mismo para poder proyectarme en el futuro.

Seguí una especie de “llamado” que me condujo hasta el norte de Chile, a San Pedro. Aquel pueblo en el medio del desierto de Atacama parecía el lugar perfecto para desconectarme de la angustia de Santiago, de mi vida diaria. Como por arte de magia, todas las condiciones se dieron de forma perfecta para que yo acabara ahí aquel día Viernes 6 de Diciembre.

Mi primer día en San Pedro de fue de lo mejor. Estaba aburrido, mi hostal estaba desierta, nadie con quién hablar. Sí, yo buscaba tranquilidad, soledad; pero me estaba matando. De todas maneras, aquella noche lo decidí: “ella no me ama, no perderé más mi tiempo sufriendo por ella.” No más noruega, no más dolor en mi corazón.

Dormí muy mal, pero dormí. No había logrado hacerlo en las últimas 35 horas. En la mañana siguiente, alrededor de las 11 AM, pensé que sería una buena idea dar una vuelta por el pueblo y sus alrededores, antes de que el calor del desierto se intensificara al avanzar las horas.

Caminé por la avenida principal, Caracoles, hasta que las casas y la gente dieron paso a lo que en realidad estaba buscando: el desierto. Seguí caminando en línea recta, crucé la carretera y continué por entre medio de la tierra, las plantas secas y las piedras multicolores que adornaban el piso seco bajo el sol de mediodía. De pronto, lo vi. Un cerro pequeño color café claro se erguía majestuoso tras unas dunas más oscuras. Tenía que ir hacia allá.

Ya de cerca, las dunas de arena oscura y piedras no eran tan pequeñas como se veían desde lejos. Aún así, las logré cruzar sin mucho esfuerzo. Una vez abajo, me encontré de frente con aquel cerro. Si las dunas eran altas, este cerro era un monstruo. Al menos 400 metros sobre mí estaba la cumbre más alta, y la sola imagen de esta bestia de tierra era intimidante. Pensé en simplemente dar la vuelta y regresar, pero un impulso me llevó a al menos intentar subir un poco. “Ya estoy aquí”, pensé. Atravesé el terreno arenoso que me separaba del pie del cerro y comencé el ascenso.

Al igual que mientras cruzaba el desierto, grabé algunos minutos de video con mi teléfono móvil, para documentar mi proeza. Ya casi en la cima, me sorprendí de que, pese a lo cansado que estaba, aún tenía las energías suficientes como para seguir subiendo. Y lo hice. A los pocos minutos estaba a varios metros del piso, en el punto más alto del cerro que desde abajo se veía tan monstruoso. Me sentí genial. Vi cómo el haber realizado este acto que parecía imposible en un principio reforzaba inmediatamente mi autoestima, mi ego. Por fin San Pedro comenzaba a rendir los frutos que esperaba.

Grabé otro video, tratando de sonar profundo y reflexivo en mis palabras. Apilé unas rocas con la forma de la inicial de mi nombre, “E”, para dejar mi huella ahí. Pensé en quedarme unos minutos en ese lugar, contemplando el pueblo y el desierto desde la altura, pero el calor me empezó a molestar. Emprendí mi descenso.

La pendiente cerro abajo no era muy inclinada en los primeros metros de mi bajada. De hecho, era gracioso cómo la tierra se hundía si pisaba muy fuerte. El cerro parecía firme, pero estaba hecho de arena, barro seco y cristales de sal. Saltar desde alturas que en un terreno más duro sería doloroso, en este caso era fácil. Lo blando del piso amortiguaba bien las caídas.

A medio camino hacia abajo, la pendiente del cerro comenzó a hacerse cada vez más inclinada. En algunos puntos bajaba sólo para encontrarme con un barranco al que me acercaba sigiloso para ver la muerte segura que me acechaba si caía en él. Aún así, conseguía encontrar otra ruta que me permitía seguir bajando sin contratiempos. Lamentablemente, no por mucho.

Adonde mirara, sólo veía abismos. Había llegado a un punto de no retorno en el que se me acabaron las posibilidades de bajar de forma segura. Me armé de valor y comencé a bajar esta pared de tierra con cristales de sal sobresaliendo, brillando con la luz del sol. Logré así llegar bien hasta más de la mitad de la altura que me separaba del suelo. Entonces ocurrió.

Como los peores desastres de la historia, todo pasó en cuestión de segundos. Las protuberancias de tierra en las que apoyé mis pies no soportaron mi peso y los cristales de los que me afirmé tampoco. Comencé a deslizarme cerro abajo a gran velocidad, cubierto por una nube de arena que se colaba en mis oídos y ojos. El ruido de piedras y tierra cayendo sobre mí y a mi alrededor era ensordecedor. ¿Han oído que cuando uno está a punto de morir ve su vida pasar frente a sus ojos como una película? Yo no quise verla. Me aferré a la vida más fuerte de lo que traté de agarrarme a ese cerro que se desmoronaba sobre y bajo mío.

Mis piernas hicieron el trabajo más duro. Con mis manos me aseguré de no darme vuelta y rodar cerro abajo, mientras frenaba con los pies. Fue ahí cuando lo sentí. Mi pie izquierdo chocó con algo duro. Siguió un gran dolor que luego no sentí más. Cuando finalmente me detuve, a unos 20 metros desde donde comencé a caer, me senté, gimiendo de miedo y dolor, tosiendo el polvo que seguía cayendo sobre mí. Estaba vivo aún.

Miré dónde había caído. Todavía quedaban unos 100 metros para seguir bajando, pero con una pendiente menos inclinada. Estaba vivo, sí, ¿pero por cuánto tiempo más? Hurgué en mi bolsillo y revisé si mi teléfono celular aún funcionaba. Estaba intacto. Instintivamente lo puse en modo cámara y comencé a grabar. Sólo habían transcurrido unos pocos segundos de mi accidente, pero el panorama era desolador. Solo, con mi pie izquierdo roto, debía llegar abajo del cerro usando solamente un pie y tratar de alcanzar la carretera para conseguir ayuda, ya que estaba en una zona no turística. Grabar un video era la opción lógica. “No me arrepiento de nada... los quiero mucho” le dije a la cámara. Era mi despedida.



La carretera se veía a unos 2 kilómetros de distancia, y desde mi posición podía observar un camino que atravesaba las altas dunas que había cruzado para llegar al cerro. “Este desierto culeado no me la va a ganar” exclamé. Con mi pie derecho adelante y apoyando mi trasero en el piso comencé a bajar. Tenía que salir de ese maldito cerro. No me importaba cómo mis manos y mis nalgas se raspaban y cortaban con los cristales de sal o se quemaban con la tierra ardiente por el sol. Sonreí y traté de calmarme pensando en la gran anécdota que esta experiencia sería. Me imaginé a mi familia, a mis amigos... recordé a esa chica con la que quería tomar un café... quería mi vida de vuelta. No podía morir ahí, ni así.

Gritando de dolor y frustración llegué abajo. Lloraba de rabia y mis gemidos hacían eco entre el cerro y las dunas. Estaba completamente solo, no tenía idea dónde. El camino que creí divisar desde lo alto ya no se veía, todo era tierra y piedras. Me puse de pie, pero inmediatamente caí. El dolor de mi tobillo izquierdo era mucho. Me puse de pie nuevamente, esta vez sólo apoyando mi pie derecho, y así, saltando, logré avanzar tres tramos de unos 100 metros cada uno. Al final quedé exhausto. El calor y la altura me estaban desgastando rápidamente. Me senté en el piso caliente. Saqué el teléfono de mi bolsillo y llamé a la ambulancia. Contestaron. Les expliqué mi situación. “Espera, te llamaremos de vuelta.” A los pocos minutos, la voz de una joven al otro lado de la línea me calmó. “Hola, Eduardo. Te llamo de Bomberos. Vamos en camino.”

Transcurrieron unos 15 minutos hasta que oí las sirenas del camión de bomberos por primera vez. Por fin la ayuda venía por mí. Pero pronto el sonido desapareció, tras el cerro. La chica me llamó de nuevo y le dije que el camión pasó de largo. Ella me pidió más instrucciones y volví a esperar. Este proceso se repitió varias veces.

Tras una hora y media del accidente, el sol comenzó a afectarme. Perdí más de la mitad del agua de la botella que llevaba conmigo al caer. El impacto la aplastó y vertió casi todo el líquido en la arena. No había sombra por ninguna parte y ya eran casi las 3 de la tarde, la hora de más calor en Atacama. “Creo que me voy a desmayar” le dije a la operadora cuando me volvió a llamar. Sentía cómo lentamente mi cabeza se sentía más ligera y mis ojos más pesados. “No te preocupes, yo voy a estar contigo. No dejes de hablarme” dijo ella. Seguí dándole instrucciones por media hora más, hasta que oí que alguien gritaba mi nombre tras las dunas oscuras. “¡Acá!” grité. Estaban cerca.

Transcurridas dos horas bajo el intenso sol del desierto, casi como un espejismo, divisé una silueta humana asomándose al tope de la duna más lejana a mí. Comencé a agitar la delgada chaqueta de tela que llevaba conmigo en el aire y a gritarles para que me vieran. “Ya me encontraron” le dije a la chica al otro lado del teléfono; “muchas gracias por todo.”

Dos hombres y una mujer llegaron a mí, con una camilla de plástico amarillo fosforescente en la que me ataron e inmovilizaron, para luego llevarme a la ambulancia. Reí. Estaba a salvo. Tan tranquilo estaba que ni siquiera me molestó la larga y gruesa aguja que enterraron en mi brazo para ponerme suero y llevarme a la pequeña clínica del pueblo. Ya todo estaría bien...

Tras casi dos días de travesía desde mi tragedia, me encontré con mi pie enyesado, volando desde Calama de regreso a Santiago. Tenía una fractura horrible que me impediría caminar por un tiempo, pero el dolor era soportable. La angustia por la gran cantidad de dinero que había gastado dolía más. Una de las azafatas del avión se acercó a mí con una bandeja con bocadillos. Saqué el plástico protector y tomé el chocolate que había entre las demás cosas. Le dí una mordida y cerré los ojos para saborearlo. Comencé a llorar. Estaba delicioso y yo estaba vivo para probarlo. Estaba vivo.

sábado, 7 de diciembre de 2013

La muerte en el desierto

Estoy recostado en calzoncillos en la cama de la hostal. Frente a mí, mi pie izquierdo hinchado y vendado, irreconocible. Hace unas horas casi me mato bajando un cerro de tierra y cristales de sal, en medio del desierto, a un par de kilómetros de la ciudad.

El paisaje era sobrecogedor. Estaba completamente solo, bajo el ardiente sol del mediodía. Caminaba sin  rumbo fijo, hasta que vi esas grandes formaciones rocosas. Me decidí a escalarlas, incluso cuando estuve frente a ellas y se veían mucho más grandes...

viernes, 6 de diciembre de 2013

San Pedro de Atacama

Llegué. Logré dormir media hora en el bus, lo que me despertó un poco. No he tenido tiempo de hacer muchas cosas, pero sí mi mente ha estado bastante activa. "¿Qué estoy haciendo aquí?" se pregunta constantemente.

Calama

No he dormido nada. Llevo unas 30 horas más o menos despierto. El bus ya ha atravesado la mayor parte del camino a San Pedro. Ahora estamos cruzando Calama, una ciudad fea y seca como el desierto que la rodea. Aquí no hay nada más que casas pequeñas, un mall y un casino. Está plagado de automotoras. La gente tiene mucha plata y la gasta en pura mierda, como autos nuevos. No hay nada que hacer aquí, sólo pasar rápido y sin detenerse en el camino a un lugar mejor...

5:37 AM



Terminal Nacional, Aeropuerto de Santiago. La última vez que estuve en un aeropuerto fue para ver cómo la mujer que amaba se iba de América y de mi vida. Gracias a este “lindo” trauma, la corta espera que debo hacer antes de que mi vuelo a Antofagasta permita el abordaje es una mezcla desagradable entre nostalgia y angustia. Si a esta combinación le agregamos la puta acidez estomacal que tengo ahora debido a las 7 cervezas que bebí anoche, y le sumamos mi insomnio de esta noche, no podríamos decir que mi viaje a San Pedro de Atacama está comenzando de buena manera. Por otro lado, a veces las cosas que comienzan mal terminan bien. Tengo fe que ése es el caso ahora.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Viajes

En el período que llevo soltero he viajado más que en toda mi vida. La verdad es que anteriormente viajé mucho más que cualquier chileno promedio, pero ningún viaje fue tan significativo e importante como los que he realizado en el último año y dos meses de soltería.

Buenos Aires, Argentina. Octubre - Noviembre 2012: mi primer viaje solo. Siempre había viajado con mi familia, amigos o mi ex. En cambio, Baires fue de verdad. Eduardo Hernández, solo contra el mundo. Fui en busca de sexo y, aunque no lo encontré, descubrí algo mucho más importante: soy mucho más y mejor de lo que creía.

Sao Paulo, Brasil. Enero 2013: nuevamente, motivado por mi búsqueda sexual, tomé un avión. Esta vez el destino fue Brasil, donde fui recibido por mi gran amigo Marcelo, a quien conocí en mi primer viaje a Buenos Aires. Una vez más, no tuve sexo, pero me encontré con una revelación. Existe algo más que sólo el intercambio de fluidos corporales. La chica que conocí allá me permitió darme cuenta de eso; lamentablemente yo ya había sellado mi destino con ella y no hubo nada más entre nosotros que sólo una cita muy buena.

Buenos Aires, Argentina. Julio 2013: este viaje ya lo he comentado mucho. No necesitaba buscar sexo, ya había tenido bastante. Era el amor lo que me llevó de vuelta a Baires. Por primera vez encontré lo que estaba buscando en un viaje. No hubo necesidad de revelaciones, descubrimientos ni segundas miradas. El amor estuvo ahí desde que puse un pie en aquella ciudad hasta que me marché.

San Pedro de Atacama, Chile. Diciembre 2013: el último viaje de este año y de mi vida cómo la conozco. El amor fue maravilloso; la pérdida de éste ha sido una tortura. Este viaje tiene por objetivo recuperarme definitivamente del dolor, pero más que eso, su sentido último es morir. Mi muerte en un sentido poético, espiritual. Dejar morir lo malo de mí en las arenas del desierto más árido del mundo para volver sano de cuerpo, alma y mente. ¿Expectativas muy altas? Quizás. Espero que la buena racha del último viaje a Baires me siga en éste y que vuelva a encontrar lo que quiero. Espero esta vez encontrarme a Mí.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Sex/Life Special 02 – The Cupid paradox

Yesterday I had a revelation: I am some sort of Cupid. I've been matchmaking all over this year, giving love advices to anyone who asks (or not) and, basically, being involved in lots of other people's relationships involuntarily. Let's check this top 3 list:

1. E + E: this is the first one and most important I can recall. I met this American girl E at a friends birthday. We got along and started “dating” as friends. At the same time, we met this dude E and some other people with whom we hung around and became friends. E and E had some chemistry, but this E guy was too respectful to do anything about it, because he knew I was after her. Then, when I finally decided to make my move, stuff didn't work as expected. She, E, said she only liked me as a friend. I got immediately heartbroken, but moved on pretty quick. A couple of days after that I dated a Norwegian girl (a.k.a. “the vikinga”) and, well, the rest is old history... But what happened to E and E? After my vikinga deal, E changed her mind, but it was too late. I broke her heart twice and guess who was there to help her forget me: E! They started dating, became boyfriend and girlfriend after a few weeks and continued their relationship after she went to Spain. They are still in a long distance relationship. E has gone to see her to Europe and they are very much in love. As I like to say when I tell the story “E had to meet the wrong guy to meet the right one.” Yeah, the wrong guy is me.

2. L + M: my cousin L is like my older sister, and I'm like her only brother, given the fact my uncle and aunt decided not to have any more children after her. We always tell everything to each other, and we are very likely to always end up discussing our love life. That's how I got to advice her about this on and off “just sex thing” she was having with M. She liked him a lot, but was too proud to “fall for him”. Well, she was right about that: the guy was a player. But love was all around, and slowly and steady the feeling grew on both of them. L freaked out and ended up things, but she wasn't feeling sure about her decision. This situation was too similar to what happened to me and the vikinga, so I had to step in. “You like him and he obviously likes you too, stop fucking around and do something about it” I told L. A couple of months after that, they are already engaged to be married starting 2014. M is really grateful, as well as is L.

3. M + E: this one is the latter yet the one that made me realize my role as Cupid in this world. I met M at the Hash, my running group, and I found her to be “very interesting” (if you know what I mean). I invited her once to the language exchange thing I used to go to, Spanglish, and a few days later to a club. I went to this club with two friends of E guy, one of whom I named Jesus Christ (for his resemblance to the son of the Lord). I tried my best to hit on M, even taking the whole pack back to my apartment to keep drinking and partying. The result? M and E (Jesus) making out in my kitchen while I was singing sad karaoke songs with the other guy. They went to this whole problem to commit thing, mostly because M is American and she was going back home soon. I advised her a couple of times; I was seeing the whole “vikinga dilemma” here too and felt obligated to intercede, specially because M made me her Chilean BFF. Luckily she took my advice and followed her heart. I met these two lovebirds at Thanksgiving dinner and they looked very happy. I talked to M before leaving and she was so in love I could feel the love too when she told me her plan of staying here in Chile with E and then eventually moving back to the US with him. This made me feel so good I still smile when I remember M's face.

As for me, I've failed completely to have a decent love life. With the vikinga we had a sex thing that quickly escalated when we fell in love with each other, but all that ended not long after she left Chile for good. Before that, stuff wasn't working in the heart department, and after... well... describing it as a train wreck would be too kind.

There's a saying in Spanish, “en casa de herrero, cuchillo de palo”, which would relate to the English saying “the shoemaker's son always goes barefoot.” It's true. The sooner I accept my fate as a matchmaker rather than a lover, the better. It's the Cupid paradox: I am here to help others to love, to be just a step or a facilitator in God's romantic masterplan. I feel like in a Jennifer Lopez lame romantic flick from the mid 2000's.

I censured the names of the persons involved in this story. Don't wanna be sued or ass-kicked.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Tarot

Sabía que estos que mi vida cambiaría. “En esta semana se decide todo” le dije a más de una persona, convencido de que es lo que ocurriría. ¿Por qué estaba tan seguro? Porque hoy es su cumpleaños. Ella, la vikinga, cumple 26 años este 1 de Diciembre. Hoy es el momento culmine, mi última instancia de acercarme a ella, de comunicarme. Quizás por eso me esmeré tanto en el email que le envié o en el video que grabé para desearle un feliz cumpleaños...

Mi madre es una mística. Al verme perdido, confundido y lleno de dudas, decidió poner en práctica su don para ayudarme. La llegada del cumpleaños de la vikinga no era lo único que me tenía preocupado y a la vez sintiendo angustia. Era todo. Encontré qué es lo que quiero hacer de mi vida, mi camino, pero no tenía idea de cómo llegar allá. Esto, sumado a mi complicada vida sentimental, ponía las cosas bastante de cabeza. “Voy a leerte el tarot” me dijo mi mamá. Este viernes las cartas, literalmente, estaban tiradas.

Mi futuro cercano está lleno de decisiones importantes que tomar. La mayoría son opciones que aún no se me presentan, pero que le darán un giro a mi vida. Todo comenzó desde el momento que me senté frente a esas cartas con extrañas ilustraciones que a la vez tenían un significado tan fuerte. O quizás ya había comenzado algunas horas antes, cuando decidí seguir aquella visión que me decía que debía ir a San Pedro de Atacama.

El próximo vienes estaré en medio del desierto. Parece un plagio a “El Alquimista” de Paulo Coelho, pero es algo que vi y que debo hacer. Esta ciudad me está asfixiando. Desde que volví de Buenos Aires y perdí el amor de la mujer que más intensamente he amado, mi mundo se desmoronó. El lado positivo es que la pérdida me motivó a buscar desesperadamente llenar el vacío de mi existencia. De la destrucción de mi mundo surgió un nuevo universo, el cual quiero purificar bajo el sol del Atacama, en la arena, la nada.

Creo que la lectura del tarot me marcó. Dio una luz entre tanta niebla y reveló interesantes posibilidades para mi futuro existencial y sentimental, además de una serie de situaciones que ocurren en el presente, a mi alrededor, que nunca imaginé. No puedo adelantar los eventos que están por venir, pero estoy mucho más preparado para reaccionar ante éstos y tomar las decisiones correctas. Al parecer tenía razón desde el comienzo. Esta semana mi vida sí cambió.