domingo, 4 de noviembre de 2007

Lagos, Transantiago y Bachelet.

Se comenta en todos lados la decisión del ex presidente de no asistir a la junta del consejo o qué se yo del Transantiago; mandando una carta en cambio, donde se adjudicaba la responsabilidad sólo del diseño del dichoso plan, pero no de la implementación. Y el pelado tiene razón: sólo es culpable del pésimo diseño de esta huevada que estaba destinada a cambiarle la cara al transporte público capitalino, y qué sólo logro cambiarle la cara a los millones de chilenos que nos vimos, de la noche a la mañana, sin micros y con un metro más abarrotado que bus de la India.
Pero, si el corrupto de Lagos no tiene la culpa, entonces, ¿quién? Pues la Gordis. Bajo su “gobierno” (si es que los académicos de la lengua me perdonan por usar erróneamente el término), aparte de todas las otras cagadas que han sucedido, se implementó el Transantiago. Y cómo se implementó. Los empresarios se pasaron por la raja toda ética, guardando sus gigantescas flotas de buses y sacando 2 a 3 micros cada hora. Los bancos, ni se vieron. Y, la famosa e internacionalmente reconocida empresa Sonda, encargada de los GPS (que aún no funcionan) y de cuánta maravilla tecnológica se prometió hace ya dos años, se arrancó con la plata, dejando el contrato arrugado dentro de algún basurero, con evidentes marcas de haber sido usado para limpiarle el culo a un ricachón hindú.
Me pregunto a mis adentrores… ¿de qué sirve ser presidente, si no tienes ninguna influencia sobre lo que pasa en el país; y, más aún, con contratos firmados con tu mismo gobierno? Bueno, eso queda para la Gorda. Ojalá se le ocurra pensarlo un día. Por mientras, los capitalinos seguimos timados.

PD: aunque no sea responsable de la implementación, Lagos vale callampa. ¡No a la reelección!