jueves, 23 de agosto de 2012

Indignaos 2: la de verdad


Estoy indignado, y no porque un viejo de mierda francés escribió hace un tiempo un ensayo best-seller sobre el tema; sino más bien por ver la falta de inteligencia y salvajismo que se ha apoderado del mundo que me rodea.

Me violenta recordar cómo miles de jóvenes protestaron y salieron a marchar tras Camila Vallejo, la maquivélica y sexy marioneta de un partido político avinagrado e inconsistente, sólo para dar una vuelta en 360 grados y volver al mismo lugar del que partieron, pero en una situación aún peor y en la que los cambios brillan por su ausencia.

No puedo sino asquearme al ver cómo en un año se destruyó la poca Democracia que había en Chile para dar paso a una “Ley de la Selva 2.0”, en la que los que más destruyen, queman, saquean y se cagan en el Estado de Derecho son quiénes consiguen más rápido soluciones a sus demandas, mientras que los ciudadanos de a pie seguimos trabajando para pagar estos arreglines con nuestros impuestos.

Víctimas de una clase política muy al estilo de la Cosa Nostra, en la que el dinero, el poder y la codicia mandan sobre los colores y las banderas; pero conscientes de que vivir en armonía requiere de no sólo hacer valer nuestros Derechos (esgrimidos por grupos de extremistas muy seguido cuando perjudican sus intereses), sino también cumplir nuestras Obligaciones al marco de la Ley; nosotros, la clase media y baja, estamos condenados. Y no porque no haya nada que podemos hacer al respecto; mal que mal vivimos en un país democrático. Sucumbimos fácilmente a palabras bonitas, ex-presidentas con alta aprobación o recuerdos amargos de años pasados, y nos escudamos en estos pensamientos para seguir votando por los mismos frescos de raja. Tememos al cambio, y pese a que muchos eligieron a un Presidente de Derecha para que pasara algo nuevo, a la primera de cambios todos lo reprueban, dejando de manifiesto no sólo una falta de memoria o consecuencia abismante, sino lo bien que lo hicieron quienes gobernaron los 20 años anteriores para lavarles el cerebro.

Sé que mi indignación anónima no sirve para nada. Negro veo el futuro a merced de las futuras generaciones, ahora con capacidad para votar pero no para pensar. Fácil les resultará a los mismos delincuentes / políticos convencer a estas masas de reelegirlos, para llevar el país, nuevamente, a sus cuentas corrientes e inversiones en el extranjero. Es cosa de hablarles en simple, sacarse fotos con la señora Gordis o con la Vallejo y esgrimir conceptos como “gratis y de calidad”, “revolución” o “Movimientos Sociales” para metérselos al bolsillo.

Estoy indignado, pero con razón, no como los españoles que se juntaron a acampar en Madrid o los que se sentaron alrededor de Wall Street buscando un sentido para sus vidas. Estoy indignado porque veo cómo todo se va a la mierda, pero a la vez esperanzado de que alguien en algún lugar de mi Chile querido piense, al igual que yo, que se pueden cambiar las cosas, y no a la manera que ya se ha impuesto como modus operandi de los mal llamados “Movimientos Sociales”, cuya escalada de violencia en busca de mayor notoriedad sólo puede terminar en terrorismo o guerrillas tipo “Primavera Árabe”. Espero que si existe esa persona sea más bonita y socialmente mejor posicionada que yo. Así, tiene público asegurado.