miércoles, 25 de diciembre de 2013
Veinticinco
Nací exactamente hace 30 años y 11 meses, en Independencia. Era un caluroso Martes 25 de Enero de 1983, a las 5 de la tarde. Mi madre, tras 9 meses de feliz embarazo, dio a luz a un varón. Me llamaron Eduardo, por mi papá. Fui el primogénito.
Desde que mi mamá, el Destino, Dios o el Universo decidieran que yo naciera un 25, este día, cada mes, es especial para mí de alguna forma. La Navidad por razones obvias, pero en cada ocasión hay algo fuera de lo común que ocurre justo este día. “Especial” no necesariamente significa que es algo bueno. No, al contrario. También significa que cosas malas pueden ocurrir; hechos de aquellos que cambian mi vida en cierto aspecto. Por ejemplo, fue este 25 de Julio cuando besé a la vikinga por última vez, antes de que tomara su vuelo a Noruega en Buenos Aires, y fue exactamente un mes después, un domingo 25 a las 3 AM, cuándo ella me terminó por Skype desde algún país asiático.
Cada 25 ha sido único desde que comencé a poner atención a este día. Hoy, a sólo un mes de cumplir 31 años, no ha sido una excepción. Mi decisión de entregarme a una relación significativa se ha visto reforzada luego de las conversaciones que he tenido hoy. Y mientras el año es escapa rápidamente hacia el pasado, cierro mis ojos y veo mi futuro tras las tinieblas de la incertidumbre. 2014 tendrá otros 12 veinticincos. ¿En cuál de éstos podré mirar atrás con mi objetivo ya cumplido? Tendré que esperar para averiguarlo, viviendo un 25 a la vez.
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