Si Jesús existiera, no estaría para nada feliz de celebrar su cumpleaños endeudado. Aunque, claro, esa es una observación superficial cuando parece que lo único importante y de peso (y $) es comprar hasta que la billetera se caiga a pedazos y las tarjetas de crédito se derritan en las manos de vendedores a comisión que sonríen con verdadera felicidad; por ser los únicos que ganan en serio en estos días.
Y aunque podría darme la lata de comentar este tema más a fondo, con entrevistas e invitados, sería redundar en algo que ya muchos han querido decir, pero no lo han dicho con sus verdaderas palabras: la gente es tonta. Huevona, mejor dicho. Mide su valor en moneda nacional o extranjera, y se estresa por demostrar su existencia ante sus seres queridos, mediante regalos “personalizados”, que curiosamente son producidos en serie por pequeños niños asiáticos sumidos en la desnutrición, aunque ricos en espiritualidad no comercial.
Pero, claro, es difícil pedir al vulgo que no se gaste -en el sentido amplio de la palabra- por consumir y regalar, y consumir, y quizás regalar... no sin antes consumir. Difícil si vez que la mayoría es católico, religión que implica mirar con cierta pasión al Vaticano; ciudad sagrada donde adoran a Dios, la Virgen y a Cristo. Ah, y a los millones de kilos de oro y joyas preciosas ganados en dos mil años de infamias varias que hacen palidecer (aunque ligeramente) al Señor Bush (‘jo de buta) y a los judíos. Osea, ¿le podemos decir a los católicos que no consuman? ¡No pue’!
¿Y el resto del mundo, por qué consume? Quizás lo hueón se pegue, qué se yo. El imperialismo capitalista tiró la mierda con cañón, chorreando a todo el mundo. La tifus del consumo se espació como la peste negra en la Edad Media y, ya ven, hasta los niños japoneses se sientan a ser punteados en el regazo de un viejo con barba falsa y traje patentado por Coca Cola.
Bueno, nada de lo que diga ayuda a nadie, así que filo. Si hasta yo voy a tener que echarle la mano a la chauchera para que no me digan cagado.
En fin, ¡Feliz Navidad!
PD: ojalá el Viejo Pascuero le lleve una bomba atómica de regalo a Bush y en el camino se le caiga sobre Israel y lo haga mierda, pero que tenga otra guardada de repuesto y se lo lleve de todas maneras al presi gringo, y cuando éste abra el paquete, la bomba se active y mate al muy culiao’. Esa sería una Navidad de puta madre.
Y aunque podría darme la lata de comentar este tema más a fondo, con entrevistas e invitados, sería redundar en algo que ya muchos han querido decir, pero no lo han dicho con sus verdaderas palabras: la gente es tonta. Huevona, mejor dicho. Mide su valor en moneda nacional o extranjera, y se estresa por demostrar su existencia ante sus seres queridos, mediante regalos “personalizados”, que curiosamente son producidos en serie por pequeños niños asiáticos sumidos en la desnutrición, aunque ricos en espiritualidad no comercial.
Pero, claro, es difícil pedir al vulgo que no se gaste -en el sentido amplio de la palabra- por consumir y regalar, y consumir, y quizás regalar... no sin antes consumir. Difícil si vez que la mayoría es católico, religión que implica mirar con cierta pasión al Vaticano; ciudad sagrada donde adoran a Dios, la Virgen y a Cristo. Ah, y a los millones de kilos de oro y joyas preciosas ganados en dos mil años de infamias varias que hacen palidecer (aunque ligeramente) al Señor Bush (‘jo de buta) y a los judíos. Osea, ¿le podemos decir a los católicos que no consuman? ¡No pue’!
¿Y el resto del mundo, por qué consume? Quizás lo hueón se pegue, qué se yo. El imperialismo capitalista tiró la mierda con cañón, chorreando a todo el mundo. La tifus del consumo se espació como la peste negra en la Edad Media y, ya ven, hasta los niños japoneses se sientan a ser punteados en el regazo de un viejo con barba falsa y traje patentado por Coca Cola.
Bueno, nada de lo que diga ayuda a nadie, así que filo. Si hasta yo voy a tener que echarle la mano a la chauchera para que no me digan cagado.
En fin, ¡Feliz Navidad!
PD: ojalá el Viejo Pascuero le lleve una bomba atómica de regalo a Bush y en el camino se le caiga sobre Israel y lo haga mierda, pero que tenga otra guardada de repuesto y se lo lleve de todas maneras al presi gringo, y cuando éste abra el paquete, la bomba se active y mate al muy culiao’. Esa sería una Navidad de puta madre.
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