martes, 5 de noviembre de 2013
Soltería 101 - Capítulo 16 - La ironía del copiloto
Mi mejor amigo terminó con su novia hace unos pocos días y tengo emociones mezcladas. Por un lado, siempre lo envidié. Desde que somos amigos, él estuvo constantemente rodeado de chicas y su suerte con ellas era indiscutible. Tanto hacía honor a su reputación que cada vez que nos reuníamos entre los demás amigos del grupo, con nuestras respectivas novias, él siempre llegaba con una chica distinta. Eso hacía que mi ex viera mucho riesgo en nuestra amistad; él era “una muy mala influencia”. Ella nunca vio con buenos ojos que me juntara con él. Yo, por la misma razón, en mi interior me decía que lo primero que haría una vez que volviera a ser soltero sería salir de fiesta con él. Pero, para mi mala suerte, cuando yo terminé él estaba comprometido y muy enamorado.
Por otro lado, el que mi compadre haya estado en pareja durante todo este período de soltería ha sido una ventaja. Este tiempo estuve completamente solo. Solo en la jungla, en el Mercado de Carne, en Buenos Aires, Santiago y Sao Paulo. Solo enfrentando al patchwork, vikingas y otras féminas. Eduardo, solo contra el mundo, en riqueza y pobreza, felicidad y depresión, éxito y fracaso. Así fue que sobreviví, pese a todo, y lo hice bien, sin necesidad de tener a mi amigo a mi lado, de copiloto. Una misión que al principio consideré imposible, pero que con el pasar de los meses pude cumplir y salir airoso de ella. Pero ahora que él está soltero también, ¿qué?
Desde que mi amigo terminó he pasado todos los días con él. Lo he acompañado, cerveza en mano, durante seis jornadas. Me aseguré de invitarlo a las tres fiestas de Halloween que tuve y de presentarle a mis amigos y conocidos. Básicamente, estoy tratando de integrarlo a mi nuevo mundo, a mi círculo social construido con esfuerzo durante los últimos 14 meses. Irónicamente, estoy cumpliendo la tarea que siempre pensé que él tendría una vez que yo le pusiera fin a mi relación. ¡El mundo al revés!
Todo esto se siente bien y mal al mismo tiempo. Para él, terminó una relación. Para mí, se acabó una era. De ninguna forma detesto que mi mejor amigo pase a formar parte de mi soltería. De hecho, puede ser de gran ayuda ahora que por fin he logrado superar por completo mi corta, pero fulminante relación anterior. Pero no puedo evitar pensar que ya no será lo mismo. Ya no soy el hombre débil y sin experiencia que necesitaba ayuda para acercarse a una dama. Las cosas han cambiado, y bastante. ¿Necesito aún un copiloto?
No sé si tenga mucho que ver con todo lo anterior, pero ayer hablé con la ex de mi compadre. Ella me cae muy bien, fue la primera mujer con la que tuve la oportunidad de conversar tras apenas una semana de haber terminado. Esta vez quise regresarle el favor. Entre toda la conversación, ella mencionó el nombre de la vikinga, tratando de explicarme lo que sentía en ese momento. Un rato después, camino al gimnasio, recordé lo que me dijo y al personaje en cuestión. “Mierda, gracias por recordármela” pensé con rabia, pero luego sonreí. Ya tenía alguien de quien acordarme con nostalgia, que es algo que nunca sospeche que tendría un año atrás.
Creo que, luego de recordar este episodio, es fácil darme cuenta de que no necesito un copiloto. A decir verdad, es más probable que mi copiloto me necesite a mí. Porque, ¿a quién no le gustaría tenerme a su lado con toda la experiencia que he adquirido en los insondables recovecos de la soltería?
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