domingo, 30 de junio de 2013

Soltería 101 - Capítulo 9 – Exito!

No, el título no está mal escrito. Estoy citando a este comercial de Open English https://www.youtube.com/watch?v=xyR0teBuXWg. “¿Por qué?”, se preguntarán ustedes. Pues bien, porque mi historia tiene un poco que ver con aquel idioma y porque además también habla de mi situación actual.

Luego de un historial de meses de malas decisiones, desencuentros de todo tipo, decepciones por montón y fracasos en casi todas las áreas de mi vida, encontré la luz al final del túnel. Acá en Chile hay un programa del Gobierno, “English opens doors” (el Inglés abre puertas). Por primera vez en mucho tiempo hay algo en lo que no se equivocan: sí que abre puertas. Existen varios grupos en Santiago que se juntan para hacer intercambio de idiomas. La dinámica es bien simple: siempre en algún bar, hay un organizador que se encarga de hacer que la gente hable sólo en inglés o español por un tiempo determinado. Todo el mundo llega con la disposición de conocer gente nueva, compartir en buena onda y tener un momento agradable. Pero, claro, a veces se consigue más que sólo eso.

Verán: mi mente es muy complicada. Luego de la nefasta experiencia de ser rechazado sistemáticamente por mi hedor a desesperación, sumado al darme cuenta de que en realidad no estoy preparado ni dispuesto a estar con una mujer (o sólo una), vagué por el mundo sin sentido. Eso, hasta que descubrí esta experiencia bilingüe.

Todo esto del inglés fue un gusto adquirido tras años de ver mucha TV y películas provenientes del reino yankee; pero tomó vital importancia como herramienta de supervivencia en mi estadía de 2 semanas en Buenos Aires. Comunicarme con 7 compañeros de cuarto de distintas nacionalidades me hubiera sido imposible de no haber tenido este conocimiento previo.

Ya de vuelta en Santiago, y en especial en el último par de meses, he tenido de nuevo esta interesante sensación de darle un uso práctico a mi habilidad. Si esto lo decoramos con la belleza internacional de las chicas que van a este tipo de reuniones, todo se pone bueno desde este punto. Porque por fin encontré lugares limpios de toda la maldita dinámica de conquista chilena. Esa en la que si no eres de plata, o no tienes grandes estudios universitarios o usas transporte público por no tener auto, te deja fuera de cualquier lista de ingreso a las partes íntimas de mis compatriotas. ¡No, señores y señoras! Acá la cosa es distinta.

No quiero entrar en detalles, pero puedo decir que me ha ido bien. Muy bien, en verdad. He hecho más amigos, he conocido otros lugares, he agregado nuevas palabras a mi vocabulario y, último pero no menos importante, he logrado terminar con mi mala racha. Claro que no ha sido fácil. Tuve que romper un corazón, lo que es algo de lo que no me siento orgulloso; y por mi lado, también he sufrido los embates de la inseguridad y la falta de tiempo. Y es este último factor el que ahora me pesa.

Sé que no soy quién para dar consejos, no después de mi accidentada vida sentimental. Pero aún así me tomaré la libertad de recomendarles algo: hagan lo que se sienta bien. Ya sea rechazar a una persona hermosa porque no te crees capaz de comprometerte en esa relación, o ir en contra de todo pensamiento lógico y entregarte por completo a una hermosa nórdica que en 3 semanas se irá de tu vida para no volver. Como dicen los gringos, “shit happens” (la mierda ocurre). Y si va a pasar alguna mierda de todas maneras, ¿por qué no aprovechar lo bueno que tienes mientras tanto?

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